CASA BEGOÑA EN PONTEDEUME

La importancia que el mar puede llegar a tener en una sociedad, marcando profundamente la mentalidad de sus gentes, sus formas de vida y sus arraigadas tradiciones, se manifiesta en esta pequeña casa “do remo”,  situada en el Casco Histórico de Pontedeume.

La precariedad económica  que sufrió la mayoría de la sociedad marinera gallega tuvo su lógica repercusión y manifestación en las características de sus viviendas, mediante la utilización de una arquitectura de mínima escala, supeditada en la mayoría de las ocasiones a un pequeño solar que dio como resultado estrechas fachadas y  escasas alturas entre plantas.

La ubicación de la casa, en la parte más elevada de la Plaza del Conde, la convierten en un excelente mirador sobre el escenario que conforma la propia plaza;  con el edificio del mercado, y la torre del homenaje perteneciente al desaparecido palacio de los condes de Andrade.  A lo lejos, se divisa As Fragas y el estuario del  Eume.

Esta peculiaridad de la casa, va a ser la idea  que sustente el proyecto, “un mirador sobre un espacio ideal”. Para ello la vivienda se organiza al revés de lo habitual, las zonas de día se sitúan en las dos últimas plantas, y el dormitorio en la primera. La planta baja sirve de entrada y zaguán a la vivienda.

Ante el mal estado de conservación de los entramados de madera, planteamos la necesidad de  realizar un vaciado de toda la edificación, respetando la estructura de los muros de carga primitivos, como elementos que consideramos primordiales dentro de la potente trama medieval del Casco Histórico.

En una primera reunión se fijan los criterios a seguir en toda la obra, se habla de construcción, los albañiles son los encargados de suplementar los antiguos muros de carga con bloques de termo-arcilla hasta llegar a la cota precisa, y posteriormente los carpinteros realizarán la estructura horizontal con un entramado de vigas y correas de madera de cedro, que durante la obra serán utilizados de andamio por los operarios.

Antiguamente, cuando era preciso que el cerramiento fuese ligero, se solía emplear una estructura de barrotillos que posteriormente se revocaba con un mortero bastardo, hoy en día existen sistemas más propios de la obra civil que de la edificación, que permiten solucionar de manera muy similar un cerramiento de estas características. En este caso en vez del barrotillo, se empleó una malla de “metal deployed”, que fijado a la estructura vertical de madera de la fachada, sirvió de soporte para realizar una membrana de mortero de cal y cemento armada, muy ligera y económica. Este cerramiento se completó con un aislamiento térmico-acústico de lana de roca y un trasdosado interior de planchas de yeso. Para evitar que cualquier movimiento de la estructura afectase a estos revocos, se dejó una junta entre el enfoscado y el entramado de madera. Todos los revocos exteriores se realizaron con un mortero bastardo de cal, al que finalmente se le aplicó superficialmente con brocha una pintura al silicato.

Una vez que los carpinteros colocan los tableros contrachapeados fenólicos sobre la estructura, otros operarios realizan la solera seca que va a servir de soporte al pavimento duro del baño, y los espacios de servicio. En el resto de la vivienda, la solera seca se sustituye por una tarima flotante Junckers de roble de 22 mm.  colocada sobre unas planchas de corcho de 4 cms.

La carpintería exterior al igual que la estructura está ejecutada con madera de cedro y se le aplica el mismo tratamiento. La estructura de madera de la fachada, funciona como parte fija y batiente de las ventanas que se enrasan con el cerramiento, al igual que las edificaciones tradicionales próximas, que no precisaron de arquitecto. En cubierta se dispone un lucernario que  introduce la luz en la vivienda, y ayuda a iluminar  el espacio de la escalera.

Obra: Rehabilitación de vivenda unifamiliar en el Casco Histórico de Pontedeume
Emplazamiento: Pontedeume, A Coruña, Galicia, España
Autor: Jorge Salgado Cortizas
Colaboradora: Patricia Otero Mariño
Año: 2016
Fotografía: Ana Amado | Jorge Salgado Cortizas

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